Talamanca, este cantón que tiene una historia sumamente interesante por contar, pero muy desconocida. Sus habitantes precolombinos fueron los ancestros de los pueblos indígenas bribri y cabécar, que hoy día se esfuerzan por preservar sus raíces culturales como legado de sus antepasados aborígenes. Precisamente, este espíritu de resistencia a pesar del paso del tiempo, marca la historia de Talamanca.
El fracasado intento de colonizar Talamanca
Durante la época colonial, los europeos se asentaron predominantemente en el Valle Central, para ser más específicos, en Cartago. Lograron someter a la población indígena de la zona, que antes conformaban los cacicazgos de Garabito y el Guarco. Debido a varias circunstancias, la población nativa inicialmente sometida, se redujo rápidamente, así que desde Cartago se enviaron varias expediciones militares al Caribe sur costarricense con la finalidad de conseguir más indígenas que sirvieran de mano de obra. Como las expediciones iniciales fracasaron y fueron repelidas por la resistencia indígena, los europeos desistieron momentáneamente de someter a esa región.
A finales del Siglo XVII, las autoridades decidieron enviar a Talamanca, también conocido como Tierra Adentro, expediciones de frailes franciscanos escoltados por pequeños grupos de soldados, que fundaron pueblos de misión, hacia donde reunieron a aquellos indígenas que vivían dispersos por los ríos.
A pesar de la fundación de más de una decena de pueblos de misión y el traslado de muchos aborígenes a estos, fue imposible evitar el estallido de una rebelión general indígena en el año 1709. Dicha rebelión representa una muestra de la gran capacidad organizativa y estratégica de los indígenas de Talamanca.
La revuelta fue dirigida por los jefes indígenas Pablo Presbere y Pedro Comesala. De acuerdo a los registros, cuando los frailes llegaron con soldados armados a Suinsi (zona donde Presbere era cacique), este manifestó su oposición a los europeos. Sin embargo, aceptó ser bautizado como cristiano, posiblemente por temor a los soldados o como parte de una estratagema para ganar tiempo mientras maduraban los planes de insurrección.
El levantamiento indígena tomó por sorpresa a los españoles, quienes fueron incapaces de resistir en los pueblos atacados. El resultado fue la muerte de varios religiosos, soldados españoles y familiares de estos; además murieron indígenas acólitos de los frailes y sirvientes. También se toma en cuenta la quema de capillas, conventos y casas de cabildo que habían edificado los españoles.
El historiador Juan Carlos Solórzano expuso un escrito de 1886 que rescata parte del informe oficial de los españoles con respecto al levantamiento indígena:
“… el día 28 de Setiembre se armó contra nosotros a guerra, con tan bárbara crueldad, cual no ejecutara sino el hereje más tirano, pues no solo mataron los indios de dicha conquista a diez soldados, una mujer y a los padres compañeros fray Pablo de Rebullida y fray Antonio Zamora, a traición, estando la mitad de ellos enfermos, sino que pegaron a los cuerpos fuego, quemando iglesias y todo, robaron todos los ornamentos y cosas de ropa de las iglesias y quemaron las imágenes de los santos, y en fin, todo cuanto juzgó de maldad su malicia ejecutó su tiranía. Escapó el Cabo-Gobernador de los treinta hombres y diez y ocho soldados y de ellos salieron dos heridos, y por más amparo divino que defensa natural…” (Tomado de: Solórzano, 2011, pp.22-23).
Por otro lado, en Cartago, el gobernador Lorenzo de la Granda y Balbín, ante las noticias de rebelión, decidió pedir apoyo armamentístico a la Capitanía General de Guatemala para emprender una expedición de castigo a los indígenas rebeldes. A inicios de 1710, salió rumbo a Talamanca un destacamento de casi 200 hombres. Los españoles lograron dar captura a Presbere y otros dirigentes menos importantes de la rebelión, mientras que Comesala logró huir.
Presbere
Presbere fue juzgado por las autoridades españolas en Cartago. A pesar de que otros indígenas lo señalaron directamente como único conspirador, este dio por aceptados los cargos y no quiso inculpar a ninguno de sus compañeros como cómplices. Dijo que el motivo del ataque fue el hecho de que los frailes escribían cartas solicitando el apoyo de soldados para sacar a los indígenas de sus pueblos. Fue sentenciado de esta forma:
«Fallo que de condenar al dicho Pablo Presbere, por lo que contra él está probado, sin embargo, de la negativa que tiene hecha en su confesión, que sea sacado del cuarto donde le tengo preso y puesto sobre una bestia de enjalma y llevado por las calles públicas de esta ciudad con voz de pregonero que diga y declare su delito, y estramuros de ella, arrimado a un palo, vendado los ojos, ad módum deli sea arcabuzceado (disparado), atento a no haber en ella verdugo que sepa dar garrote; y luego que sea muerto le sea cortada la cabeza y puesta en alto que todos la vean en el dicho palo».
Aunque el cacique Presbere fue sacrificado, su legado de resistencia no murió y Talamanca hoy día puede vanagloriarse de ser una zona que no pudo ser domada por “la modernidad” de los europeos. Hoy en día, Pablo Presbere es recordado como un héroe y como Benemérito de la Patria desde 1997.
Incursiones contemporáneas a Talamanca
A finales del siglo XIX, los gobiernos costarricenses se preocupan por llevar a cabo una inclusión de los territorios hasta el momento inexplorados, como parte del proyecto de Estado Nación. Debido a esto, se llevan a cabo varias expediciones a muchas zonas del país ocupadas por indígenas, y Talamanca no estuvo exenta. Un ejemplo es la labor del obispo de Costa Rica entre 1880 y 1901, Bernardo Augusto Thiel y Hoffmann. Monseñor Thiel incursionó en varias misiones evangelizadoras en la zona de Talamanca, pero sus alcances fueron más allá del campo de la fe. Los reportes del religioso contribuyeron al avance de la antropología (estudio de la cultura) indígena costarricense y a establecer contactos entre los indígenas y las poblaciones mestizas más próximas a sus ubicaciones.
También, se debe tomar en cuenta el alcance de la United Fruit Company en la zona, ya que la explotación bananera se extendió en la zona baja de Talamanca. Debido a esto, muchos de los indígenas decidieron adentrarse en las montañas, posiblemente para refugiarse de la destrucción del hombre “civilizado”.
Siglo XX
Década de 1960), una compañía petrolera realizó exploraciones en la zona con la finalidad de explotar posibles yacimientos de crudo. Sin embargo, resultó en un rotundo fracaso. Las trochas abiertas por la misma fueron aprovechadas posteriormente por el gobierno para expandirlas y crear caminos que comunicaran algunas comunidades con Limón.
Talamanca se declaró cantón el 2 de febrero de 1970. Hoy en día es uno de los cantones en el que residen más personas pertenecientes a pueblos indígenas. No obstante, también es uno de los cantones con menor índice de desarrollo humano, lo cual representa un reto que las futuras administraciones deben afrontar bajo la idea de lograr desarrollo sin pretender limitar el arraigo cultural de estos pueblos.
Jeremias Mora
El Independiente