Domingo Vargas Rodríguez: “Sarapiquí fue dominado por terratenientes”

Domingo Vargas Rodríguez: “Sarapiquí fue dominado por terratenientes”

El educador e historiador Domingo Vargas Rodríguez, de 54 años, describe el nacimiento del pueblo de Sarapiquí en 1920.

En ese período comenzaron a llegar los primeros pobladores tanto de Nicaragua como del área central de Costa Rica, principalmente de  Alajuela, Palmares y más al norte, Guanacaste.  Dichos fundadores traían consigo su cultura, su arte y su música, y partir de esa mezcla  multicultural se formó este cantón, que también fue influenciado por europeos y los zambos mosquitos. 

Muchos de los primeros inmigrantes que arribaron a estas tierras se hicieron grandes terratenientes, ya que se apoderaron de cientos de hectáreas de tierras que para esa época eran de bosque y no tenían dueño. A causa de lo anterior, sólo había que hacer carriles y empezar a explotarla, expresó Vargas.

Durante los años 30 inicia el desarrollo de plantaciones bananeras y la exportación del banano a algunas islas del Caribe, lo cual abrió las puertas a la subsistencia  económica de la región.

El 18 de noviembre de 1970 se iniciaron, mediante un decreto, las gestiones pertinentes para convertir a Sarapiquí en cantón de la provincia de Heredia. Para ese entonces era un distrito llamado La Aldea el pueblo de mayor desarrollo. El señor Robert Torres, quien posteriormente fue  regidor, junto con otras personas, llevaron a cabo el proceso para crear en 1972 el cantón de Sarapiquí.

Relato del nombre de Sarapiquí

La gente popularmente dice que había un inglés que vivía por el lado de Chilamate, cuya esposa se llamaba Sara y era de la “nobleza”. Un día decidieron ir a San Juan del Sur a visitar el pueblo, donde había casas muy hermosas y los indios vivían mezclados con los  europeos. Viajaban en un bote pequeño, había muchas raíces de árboles y el río en cierto período las tapaba. Entonces el bote se volcó, la esposa cayó al agua y aunque él nadó varias veces tratando de salvarla, no lo logró. Regresó hasta “el pedregal”, donde un periodista le acompañó a buscarla y finalmente la encontraron en la desembocadura del Río Sarapiquí. Según narra la historia, finalmente le dieron sepultura en Chilamate.

Una versión popular indica que el inglés desesperado comenzó a gritar a la gente, pidiendo ayuda: “Sara piqui”, “Sara piqui”, “saquen a Sara”. Según esta leyenda rural, ese es el origen del nombre del cantón. 

Realmente el nombre tiene un origen diferente: Sarapique era un territorio indígena que dominaron los huetares, pero sobre todos los indios botos, quienes le dan el nombre de río Siripiki. Así se encuentra en planos del año 1500. Se estima que estos habitaron desde el volcán Poás hasta el río San Juan. Posteriormente, con la llegada de los españoles, muchos murieron en batalla y los demás emigraron hacia Nicaragua.

En opinión de Vargas, Sarapiquí sigue teniendo un gran retraso en su desarrollo, y considera que el problema radica en que la gente todavía no siente arraigo por su tierra: los jóvenes se van a la universidad y se quedan en el Valle Central. Los profesionales (educadores, ingenieros, doctores y otros) llegan un tiempo, ocupan la plaza y luego se van, ocasionando serios problemas sociales, ya que deberían ser los primeros llamados a organizar el desarrollo y la estabilidad. 

Esta ausencia de arraigo se expresa también a través del deporte, el cual es visto sólo como pasatiempo y nada más. No como una forma de vida, o como una disciplina profesional. Paradójicamente para Domingo, los deportistas de este cantón son increíbles, debido a esa riqueza genética, sin embargo no se dan los espacios ni existe apoyo municipal en este sentido.

Recuerda que en la década de los 70 el cantón tuvo un campeón nacional de boxeo en peso ligero. En esta época se desarrolló el boxeo gracias al aporte de un panameño. 

La vida de este historiador

Domingo Vargas Rodríguez llegó a Río Frío de Sarapiquí de 6 años, en la década de los 60. Desde niño se apasionó por el deporte y la educación: estas dos herramientas le permitieron forjarse como la persona que es hoy. Se casó con Blanca Nieves, educadora, con quien tuvo una hija llamada Nancy Vargas que es artista nacional. Actualmente comparte su tiempo entre la investigación histórica y el entrenamiento de jóvenes en la disciplina del atletismo. Ha escrito dos libros dedicados a su cantón, entre ellos Memorias de un Pionero

Randall  Araya
El Independiente

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