La sociedad la componemos todos los individuos, de todas las edades. Sin embargo, las decisiones las suelen tomar, al menos en la mayoría de las democracias occidentales, los llamados “ciudadanos en ejercicio”; que somos todos los que hemos cumplido la mayoría de edad.
Como ciudadanos en ejercicio, estamos llamados a participar en los procesos electorales, por regla general, cada cuatro años; y así escoger a representantes a través del voto. En esas circunstancias, delegamos una cuota significativa de poder en algunos ciudadanos, para que tomen decisiones que inciden en la sociedad, y para ejecutar políticas públicas.
Sin embargo, el ciudadano no confiere todo el poder a los representantes. Ciertamente, existen mecanismos de participación no representativos, que le permiten a los ciudadanos involucrarse de lleno en los procesos de toma de decisiones, ejecución de políticas públicas, y fiscalización de los representantes en los gobiernos; pero este será un tema que analizaremos con mayor profundidad a futuro.
De momento, vamos a concentrarnos en la participación representativa, la municipal, para ser más específicos. Costa Rica actualmente atraviesa una severa crisis, en cuanto a la legitimidad de la clase política. Diariamente se escuchan quejas sobre los deficientes gobiernos nacionales; y, como era de esperar, los gobiernos locales no escapan de estos reproches. La consigna casi generalizada es, que quienes gobiernan no representan a las mayorías; ya sea por la incompatibilidad ideológica/moral; o, porque la ciudadanía siente que los gobernantes trabajan en función; ya sea de sus propios intereses, o de los intereses de una clase económicamente privilegiada.
Entonces, surge la duda, ¿estaremos escogiendo a los mejores representantes? Es probable que no. Sin embargo, una cuestión todavía más interesante es, ¿por qué la mayoría de los ciudadanos ha dejado de sentirse representados? Siendo que, precisamente, en la sana teoría, es la mayoría la que define, con su voto, quienes van a representarla.
La respuesta a la cuestionante anterior es que la mayoría, en realidad, no está participando en la elección de los representantes; al menos en el ámbito municipal. Según las estadísticas del Tribunal Supremo de Elecciones; el abstencionismo para las elecciones municipales de 2016 significó un 64.6% del total del padrón electoral a nivel nacional. Es un porcentaje escandalosamente alto, teniendo en cuenta que representa a 2052808 electores, de 3178364 en total.
Si se visualiza por provincias, para 2016, San José presentó los índices más altos de abstencionismo con un 69,7%; le siguen Heredia con un 65,2%, Cartago con 63.4%, Alajuela con 62%, Limón presentó 61,7%, Puntarenas 61.2%, y finalmente Guanacaste con 55,9%.
Pequeños avances
No todo son malas noticias; si se comparan datos históricos desde 2002, año en que se celebran por primera vez elecciones municipales para alcaldías, se ha experimentado un aumento importante, pero insuficiente. En 2002, el abstencionismo en todo el país rondó el 77.2%; para 2006 se reportó un 76.2%; y en 2010 se registró 72.1%. Es importante que estos índices sigan a la baja, pues eso significará que más ciudadanos participarán en los procesos electorales.
Probablemente, el abstencionismo era extremadamente elevado en el pasado por el desconocimiento que tenía la población, sobre la existencia de procesos electorales municipales. Hoy día, este es un dato un tanto más conocido por los ciudadanos; no obstante, desde mi punto de vista, la ciudadanía, en general, sigue desconociendo cuándo se realizan las elecciones municipales; de forma que se corre el riesgo de que pase el proceso electoral, y los ciudadanos se queden sin votar, porque no se dieron cuenta.
Dejando de lado las banderas partidarias, tenemos que “viralizar” la información referente a los comicios electorales a escala cantonal. Tenemos que caer en cuenta que, entre más participemos (y más nos informemos sobre los perfiles de las candidaturas y las propuestas), el ejercicio democrático será más saludable; y, como efecto colateral, los malos políticos, algunos que aparentan ejercer de por vida un cargo, tendrán más dificultad para lograr seguir anclados en los diferentes puestos.
Tome nota, domingo 02 de febrero de 2020; recuérdele a los vecinos, a sus familiares, a sus contactos del facebook, y demás redes sociales; no importa que ellos no apoyen a los candidatos de su preferencia, o las propuestas con las que usted simpatice más; lo importante es que “la mayoría” salga a votar (y mejor si la mayoría se informa para ejercer su voto).
Eso sí, una vez pasado el “Día E” (día de las elecciones), no crea que debemos desentendernos de “la política”; que votar es solo una parte, debemos acompañar y fiscalizar a nuestros representantes en el proceso de gobernar; además, participar en los diferentes espacios no representativos con los que cuenta la ciudadanía. Recuerde, si somos ciudadanos apáticos y desentendidos, tanto de los políticos, como de las decisiones que estos toman; y, si no procuramos participar en lo absoluto de los diferentes espacios abiertos a la ciudadanía, luego no tendrá mucho sentido quejarse de las pésimas gestiones que se realicen en nuestros municipios.