PABEL BOLÍVAR
EL INDEPENDIENTE
Domingo 5 de febrero de 1978. El país afrontaba su octava elección presidencial y el elegido sería Rodrigo Carazo, de la coalición Unidad con lo que se impidió la reelección, por tercera vez, del Partido Liberación Nacional. Ese día el joven médico puriscaleño Pedro Saborío Cubillo, recién llegado a Guápiles para hacer su servicio social, no podía quedarse sin emitir el sufragio , así que viajó con su esposa hasta su pueblo natal en avioneta y en pleno vuelo, ella rompió fuentes. Truncado quedó su deseo por ver de nuevo en el poder al partido verdiblanco, pero una vez en el Calderón Guardia, solo importaba una cosa: que su primera hija naciera sin ninguna complicación.
Sirva esta anécdota personal para ejemplificar el “corazón” del doctor Saborío, dividido entre Puriscal y Guápiles, donde lleva más de 40 años de residir definitivamente. No ha sido una decisión fácil, tanto así que, cuando se graduó de médico en el año 1977, su voluntad era hacer en Puriscal el servicio social porque quería trabajar para el pueblo que lo vio nacer y que lo becó para estudiar en la Universidad de Costa Rica.
Como no encontró una plaza, decidió hacerlo en el lugar donde tuviera más puriscaleños, y ese era Guápiles, donde llegó en 1978, ya casado. Su primera estancia en territorio guapileño no duró mucho, pues se marchó a hacer la especialidad en Cirugía al hospital Calderón Guardia durante cuatro años. En agosto de 1982 se dejó atrapar por este cantón limonense, donde establecería los cimientos de su vida familiar y laboral.
Su padre Rudecindo es descendiente de los Saborío que llegaron de España a poblar Alajuela, familia que luego se ramificó y una parte (la suya) se fue a vivir a San Ignacio de Acosta y después a Puriscal. Ahí conoció a la que sería su madre, de apellido Cubillo en La Bocana de Puriscal. Era gente sencilla, ninguno de los dos completó la escuela, pero a ellos les debe mucho para llegar hasta donde está, como parte de una familia de nueve hermanos.
Guiado por ese ejemplo familiar, desde su llegada al cantón no tuvo respiro, máxime que el hospital tenía apenas cinco años de fundado y serias carencias: la infraestructura era deficitaria y no se contaba casi con ningún especialista, por lo que le correspondía hacer guardias de ginecología obstetricia, anestesiólogo u ortopedista. No obstante considera que eran tiempos bonitos, había mucha camaradería y casi todo el personal se conocía, cosa impensable ahora, como impensable es el deterioro al que ha llegado la salud pública en la zona.
La crisis del sistema de salud en el cantón la atribuye a los diferentes gobiernos, sean o no de Liberación, que han abandonado la provincia; no se cuenta con las mismas ventajas que tienen otras. No se ha modernizado acorde con el crecimiento poblacional y tampoco ha habido beligerancia por parte de las diferentes administraciones del nosocomio para hacerlo progresar.
¿Cuál es la solución para solventar distintos problemas, como las largas listas de espera para operaciones o para mejorar las instalaciones? En primer lugar, se debe transformar el reciente sistema de medicina mixta, que es una vergüenza para el asegurado; la solución, desde su punto de vista, es que el paciente puede irse a operar a una clínica privada y se le deduzca el 20%, mientras que el resto del dinero lo asuma la CC.SS. Para él, eso no implica de ninguna manera la privatización, como muchos lo han expresado. Para mejorar la infraestructura del hospital se puede construir de forma vertical un nuevo edificio.
FIEL A LOS IDEALES SOCIALDEMÓCRATAS
Se considera liberacionista desde la adolescencia y por influencia paterna, ya que su progenitor participó en la guerra civil del 48 en el bando figuerista.
Hizo sus primeras armas en la juventud liberacionista y siempre apoyó las campañas verdiblancas, y se aferra a la ideología más que a las personas que detentan el poder. Es del PLN porque aún defienden los postulados socialdemócratas, pero si eso cambiara no dudaría en buscar otro instituto político. Eso sí, el aprendizaje obtenido como presidente del comité político cantonal fue invaluable para él.
Hace casi dos años que se pensionó, pero no ha dejado de trabajar. Concluir el ciclo de más de 30 años en el hospital de Guápiles le ha permitido dedicarse por completo a su proyecto personal: una clínica privada con enfoque solidario, que ofrezca servicios médicos a bajo costo, pero con los estándares de calidad de los centros médicos privados de vanguardia en el país.
La idea de la Clínica Doctor Saborío nació al llegar a Guápiles. Viendo que en sus horarios de trabajo se llenaba de pacientes, le plantearon la creación de un consultorio privado, para descongestionar el consultorio de la C.C.S.S.
Desde ese momento pensó hacer una clínica/hospital, y por el año 90 hizo inició con la clínica quirúrgica, aunque no rindió frutos porque su concepto de atención solidaria no caló en los demás socios. A punto de pensionarse, retornar a Puriscal y sin la capacidad económica para iniciar el proyecto, tomó la decisión de invertir el dinero de liquidación para dar a luz a su sueño.
Con pocos años de funcionamiento, la formación que se le impregna al personal, tanto para los médicos como para los recepcionistas, es que hay que ser solidario. Es la “marca de fábrica” de su proyecto, que ahora brinda servicios de medicina interna, cardiología, psicología, neumología, neurología, entre otras especialidades.
Espera contar a futuro con un hospital con todos los servicios de punta, con instalaciones óptimas, al alcance de todas las clases sociales. “Difícilmente yo voy a ver esto, pero estamos iniciando el sueño”, expresó.
Solo puede sentirse agradecido y satisfecho con las experiencias que ha vivido, y la bendición de brindar a la población servicios de salud, con más de 10 mil cirugías en su haber.
Es consciente de que está llegando al final de un proceso y se sabe morirá feliz, haciendo lo que le gusta, aunque aún tiene varias asignaturas pendientes: aprender a tocar un instrumento, terminar sus clases de pintura que inició de adolescente y escribir un libro. En pocas palabras, seguir construyendo sueños.