EDUCACIÓN PARTICIPATIVA

 

 

Lic. Luis Fernando Coto Picado, MBA.
Administrador General de EARTH

● Debemos diseñar los programas o la práctica educativa de acuerdo al contexto en donde se realiza el proceso.

Al inicio de este nuevo año escolar se observa en las caras de los niños, jóvenes, padres de familia y maestros, el deseo de aprender y compartir conocimientos con el afán de forjar un mejor mañana para nuestra patria.
Mi madre fue educadora, formada en la Escuela Normal Superior. Había que ver en sus acciones y miradas la vocación con la cual ella se entregó a sus discípulos, los cuales aún en su edad avanzada le decían la “niña Chepita”, con aquel respeto y admiración que a nosotros nos causaba un gran orgullo.
En el inicio de este ciclo lectivo invito a reflexionar sobre los siguientes dos términos: maestro (formador), profesor (distribuye conocimiento). Se debe devolver el orgullo y la mística a esta vocación de formadores para que el maestro se sienta respaldado e identificado con su labor.
El maestro y maestra junto con sus directores deben fortalecer la participación del padre de familia y de las comunidades, de tal forma que transformemos nuestros pueblos en comunidades de aprendizaje en donde nos salgamos de la aulas y el estudiante pueda ser motivado con base a la contextualización de un currículo y una metodología de «aprender haciendo».

Esto podría señalarse como uno de los retos para establecer un modelo participativo en la política de la educación del S XXI. Debemos diseñar los programas o la práctica educativa de acuerdo al contexto en donde se realiza el

proceso. No se deben aplicar programas estándares, ya que esto no ayuda en ninguna manera a generar motivación y participación de los diferentes sectores. El alumno y el padre de familia usualmente no ven los beneficios de aprendizajes sin temas y acciones que logren integrar a su medio.
Nos abruman los índices de deserción, baja promoción y hasta delincuencia juvenil. Es imperativo realizar estudios debidamente formulados, sobre la premisa de una educación contextualizada e inclusiva, que sea la base para el desarrollo de un ciudadano con valores y apto para vivir en sociedad, como establecen los fines de la educación costarricense. Para finalizar, sin la participación activa de todos los involucrados esta labor educativa no logrará réditos.
En el caso del estudiante, el resto de su desarrollo lo realiza en el seno de su familia y en su entorno. Solo incluyendo estos actores podemos volver a tener los ciudadanos que añoramos en todos los rincones de nuestra querida Costa Rica.

 

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