Estructura productiva POCOCÍ CARIBE NORTE

Estructura productiva POCOCÍ CARIBE NORTE

La historia de las regiones del Caribe, sin duda, ha generado aportes a la resolución de interrogantes sobre las particularidades del desarrollo en la periferia que rodea al Gran Área Metropolitana costarricense.

Uno de los principales aportes consiste en recalcar que la región es una construcción social e histórica inscrita en un espacio que va más allá del ocupado por un grupo o comunidad específico, pero que no engloba a un Estado-Nación completo.

Para el caso abordado en esta entrega, se trabaja la aquí definida región del Atlántico Norte costarricense, que incluye al cantón de Pococí y al cantón de Guácimo; este suplemento será dedicado de forma exclusiva a Pococí, mientras que Guácimo se tocará en una edición posterior.

Es posible percibir una relación de dependencia notoria entre las localidades que engloban Pococí y Guácimo. Por otro lado, estas dos localidades se ven enlazadas en procesos económicos y una colonización agrícola de las tierras más remotas a partir de 1950; procesos desarrollados con particularidades distintas respecto a los demás cantones del Caribe.

Este breve estudio parte desde 1950 porque en Costa Rica se da un proceso de colonización agrícola del Caribe en un contexto de implementación de un modelo que buscaba la generación de ingresos a través del impulso y la diversificación agrícola, además de la soberanía alimentaria. No hay que dejar de lado el marcado rol de interventor que se adjudicó el Estado costarricense a partir de esta década.

Lo anterior se realizó con la finalidad de solucionar en alguna medida las flaquezas del modelo agroexportador sustentado únicamente por el café y el banano, y expuesto a las inestabilidades en tiempos de crisis económicas que se habían experimentado en ocasiones anteriores, con motivo de las guerras mundiales y la depresión de los treinta.

El estudio concluye en 1984, pues a partir de dicho año se marca el inicio del periodo neoliberal en Costa Rica con las propuestas de Eduardo Lizano se comenzó a vociferar un discurso que sugería al Estado hacer a un lado su rol de interventor, y liberar la economía costarricense. Se trataba de olvidarse de brindar protección a la agricultura tradicional enfocada en satisfacer la producción para el mercado nacional, y comenzar a proteger las nuevas actividades vinculadas a mercados más allá de las fronteras.

Tenencia de la tierra

Es necesario iniciar determinando la cantidad de fincas o explotaciones que existieron en el espacio estudiado, además de la superficie que estas abarcaron, para poder apreciar con detalle la evolución que estas presentaron a lo largo del periodo. Respectivamente, en el cuadro 1 y el gráfico 1 se muestra la variación en el número de fincas existentes y la superficie que estas abarcaban, tanto en el Atlántico norte como en el resto de Limón.

Como se puede apreciar, entre 1950 y 1955, el número de las explotaciones no experimenta un crecimiento significativo en el Atlántico norte, en contraste con los otros dos cantones que conforman el Atlántico costarricense. Para nuestro caso en particular, el crecimiento en el número de las explotaciones comienza a partir de 1963, y en cuestión de veinte años se duplica, posicionándose como la subregión del Atlántico con mayor número de fincas.

Cabe hacer una observación comparativa entre el Atlántico norte y el cantón de Limón, ya que este cantón entre 1950 y 1955 experimentó un crecimiento significativo tanto en el número de las explotaciones existentes, así como en la superficie que estas abarcaban. Esto puede constatarse en el gráfico 1, que se muestra a continuación.

Se puede evidenciar en la figura anterior la reducción de la superficie del Atlántico norte en más de 10 000 hectáreas entre 1950-1955. Por su parte, Siquirres también redujo considerablemente la superficie de sus explotaciones. Esto se da en contraste con Limón, que prácticamente duplicó el tamaño que ocuparon las fincas existentes en sus límites. Tanto el bajo crecimiento en el número de fincas y la reducción de superficie de estas en el Atlántico norte, como el proceso proporcionalmente inverso en el extremo opuesto de este espacio.

Esta situación puede ser indicios ya sea de un traslado de colonos desde el norte del Caribe hacia el sur de Limón, o bien de un abandono de tierras de labranza agotadas así como el estancamiento del proceso de ampliación de la frontera agrícola. Es posible que ambas hipótesis se complementen para explicar este fenómeno.

Para finalizar esta sección, hay que referirse a la condición jurídica de los dueños de las explotaciones reportadas en el periodo estudiada. Hay quienes afirman que entre 1950 y 1984 en la provincia de Limón hubo una “democratización en la fragmentación de la tierra (y consecuentemente en la posesión de esta). Sin embargo, consideramos necesario un complemento a dicha tesis, no un cuestionamiento como tal. Para hacer dicho complemento, es valiosa la información sintetizada en el cuadro 2, que se muestra a continuación.

Los datos acá expuestos demuestran que ese proceso de democratización de la tierra se vio matizado con un proceso de latifundización muy severo, puesto que para 1973 un 4,51% de las fincas concentró un 42,6% de la tierra, en contraste con el 95,3% de las fincas que ocuparon un 57,3% de la tierra.

Efectivamente, al fomentarse la colonización de tierras hasta el momento baldías en el Atlántico norte, se brindó oportunidades a una enorme cantidad de campesinos para que adquirieran su propia tierra, y no cabe duda de que así fue; no obstante, esta brecha también se abrió a compañías y sociedades agroproductoras, la cuales contaban con más recursos y facilidades para apropiarse de superficies muchísimo más amplias, propiciando la formación de latifundios. Desafortunadamente no se encontraron datos en el censo de 1984 que permitieran determinar el nivel de concentración de la tierra entre la clase de propietarios, pero es probable que este fenómeno de latifundización se haya acrecentado.

 

Producción agrícola

Para abordar las actividades agrícolas desarrolladas en el Atlántico norte de Costa Rica, se empleará el cuadro 3. El mismo muestra a grandes rasgos información valiosa sobre la producción de los principales cultivos existentes en este espacio, así como el destino de esta. Desafortunadamente, los censos presentan limitantes muy grandes -especialmente el de 1984- en cuanto a la escasez de datos aportados.

Como puede apreciarse, en 1955 el bagaje de productos presentes en el espacio estudiado no era muy amplio, y el maíz se constituía como el producto estrella en la región. Sin embargo, este “monótono” enfoque productivo cambiaría significativamente en los años 1963 y 1973, ya que para estos periodos se evidencia una importante diversificación de los cultivos a escalas de producción significativas. Dicha diversificación se ve mermada para 1984, contexto donde la producción se enfocaba (no por mucho tiempo) en el maíz, y ya el banano acaparaba grandes extensiones con su cultivo.

Los datos revelan que la mayoría de lo producido era con la finalidad de colocarlo en los distintos mercados a los que podían acceder los productores, especialmente el maíz. El arroz es una excepción, pues los datos apuntan a la producción para la satisfacción del consumo en la finca, y una venta de un excedente bastante modesto. Por otro lado, la producción de naranjas y papayas no fue vendida en su mayoría; esto puede ser un indicio de una mala colocación de estas frutas en los mercados disponibles.

Es importante recalcar las considerables cantidades de maíz producido y vendido en el Atlántico norte de Costa Rica. Esta creció exponencialmente entre 1963 y 1984. Otro cultivo que presentó un crecimiento exponencial en su producción -tal y como se puede inferir de lo que hemos expuesto hasta el momento- es el banano. Lastimosamente, el censo de 1984 no brinda el dato referente a los cantones del país y su producción bananera.

Del Atlántico norte, y en específico del cantón de Pococí, queda mucha historia por develar; quedan muchas fuentes por revisar y muchos personajes deseosos de compartir sus vivencias y experiencias que forman parte del tejido histórico de nuestra sociedad. En entregas venideras esperamos ir aportando más en cuanto a la historia de nuestra bella región.

Jeremías Mora Muñoz

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