¡FUE UN FIESTÓN!

Por Yorleny León M.
Adepo

A las 7:00 p.m. en punto arrancó el asunto. Decenas de personas que estaban esperando desde hace mucho rato se fueron acercando al centro de la pista y casi sin darse cuenta se dejaron seducir por la música de diversos ritmos y edades.
Además de bailar, los danzantes cantaban todas las canciones, mismas que estaban ocultas y olvidadas en algún rincón de la mente, pero que al sonar de los instrumentos despertaron y se manifestaron en sus voces.
No hubo pieza que no llenara la pista de baile. Tal era la fiebre, que las mujeres, menos desinhibidas que los hombres, se apuntaron a bailar entre ellas en ausencia de hombres que las invitaran. Habían parejas de todo tipo: adultos mayores con jóvenes, jóvenes con jóvenes y adultos mayores con adultos mayores.

Esto sucedió el sábado 27 de junio con el conjunto musical El Comején, agrupación que no tiene nada que envidiar a ningún grupo nacional o cantante internacional, ya que logran lo que todo grupo o cantante añora: que la pista se llene y que el público baile y cante sin parar. Mi evaluación ante el logro de esa meta fue del 100%.
Estos comejenes, cuatro señores entraditos en años con unos cuantos instrumentos musicales, con voces aceptables y sobre todo con una energía que cualquier adolescente desea, le ponen bueno y bonito al asunto de la tocada. Sorprenden, ¡realmente sorprenden!
Esa noche, además de evidenciar la capacidad de los Comejenes para llenar el salón, me quedaron clarísimos otros asuntos. Entre ellos, que pese a toda la adoración que día a día le hacemos a lo moderno, a lo cool, a lo In —como también se le llama—, lo viejo, lo antiguo, lo de los abuelos nos sigue gustando, aunque intentemos ocultarlo. La muestra está en la cantidad de personas de todas las edades que se apuntaron toda la noche a bailar y cantar sin fin.
El otro punto evidente es que tanto jóvenes y viejos pueden divertirse de forma conjunta y que esas segregaciones generacionales se construyen, se alimentan o se derriban desde la mente. Durante aquel baile más de un adulto mayor deseaba entrarle a la bachata como lo hacían los jóvenes, pero aquella movida de cadera que requiere cierta condición para lograrlo los imposibilitaba. Por otra parte más de un joven deseaba entrarle a un bolero con la propiedad que lo hacían los más entrados en años, pero la experiencia y práctica eran condiciones necesarias para lograrlo, aspectos al parecer carentes en ellos. Pero entre una envidia y la otra todos le entraron al bailongo, que fue lo más importante.
El último asunto que me quedó claro durante el baile es la capacidad de este cantón de producir éxitos. Un grupo musical como El Comején se lo desean muchos cantones en este país. Gestiones como la del joven Daniel Quirós con su proyecto Club Ecológico Sebalí Eco–Tsuri, o la pasión del Dr. Hernández en Barra del Colorado, la de ADEPO en su proceso de facilitar el desarrollo, la Expo Pococí con Expica 2014, la variedad papaya perfecta que evolucionó el mercado, DEMASA como líder mundial en palmito, el Parque Nacional Tortuguero, uno de los más visitados a nivel de país y muchos más, son parte de nuestro patrimonio para muchos discreto, pero que siempre dice presente.

 

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