Con la piel arrugada
por el tiempo, pero
con el corazón tan
joven como el de una
niña, una cocinera
de 80 años, reparte
comida y ganas de
vivir, desde la cocina
de un restaurante
local.
Leda Chavarría Jiménez
Periodista
Emprendedora, alegre y sin miedo al trabajo, así es doña Alejandrina Sandoval Mena, una mujer que se levanta como un roble de 80 años en la cocina del Restaurante La Ponderosa, ubicado en Guápiles. Es oriunda de Rivas, Nicaragua, pero vivió la mayor parte de su vida en La Cruz de Guanacaste. Hace poco más de 20 años vive en Guápiles, donde su mano de cocinera satisface a cientos de personas que visitan el restaurante para comer la carne que ella prepara. Además de satisfacer a los que gustan de la carne bien hecha, doña Alejandrina también suele quitarle el antojo a quienes disfrutan de las tortillas palmeadas.
En el restaurante comenzó trabajando en limpieza, y el parrillero anterior la inició en el arte de preparar la carne que allí se sirve y aunque muchas personas, incluidos sus hijos, han intentando que esta abuela salga de la cocina para descansar en su casa, ella afirma que no tiene ningún interés de hacerlo, y como muestra de ello, todos los días llega al trabajo dos horas antes de su hora oficial de entrada.
Asiste al doctor regularmente y según dice, él mismo le ha dicho que su salud está tan bien, que puede trabajar si es lo que quiere. Además Doña Alejandrina está segura que esta es la forma en que ella se mantiene con vida. “Al que se queda quieto se le enfría la sangre” dice con espíritu jovial, recalccando que el día que deje de trabajar, será “el día que le toque entregar la valija a Dios”.
“Yo no me hallo estar de vaga, el patrón me manda a descansar y yo no me hallo” asegura esta cocinera que pasa sus días disfrutando lo que hace, porque trabaja desde pequeña y esta es su forma de vivir la vida. Sin perder la alegría, ni la dulzura del carácter, ella ha dedicado su tiempo a trabajar, primero como ama de casa, mamá y esposa, y “ahora que todos están grandes” cocinando para que los que gustan disfrutar de una buena carne.
Para las futuras generaciones, ella tiene un consejo valioso: “Es mejor estar siempre adelante” y con esto se refiere a llegar temprano al trabajo y cumplir con las responsabilidades sin tener que esperar que le pidan las cosas. Esa es su estrategia para la vida, así dice que se lleva menos “colerones”, la gente la aprecia y vive tranquila. El secreto de su cuchara no lo pudimos distinguir, pero más que un ingrediente, en la cocina de esta abuela descubrimos que
su comida tiene unas cuantas cucharadas de buen humor, amor por el trabajo y ganas de vivir.