Kyara Rodríguez
El Independiente
- En las décadas de los 20 aparecieron las primeras epidemias, dejando a varios pueblos devastados y haciéndolos renacer.
Con el inicio de la construcción del ferrocarril al atlántico en 1871 y 1874 se dio la llegada de los primeros negros a la provincia de Limón, capaces de tolerar el clima pesado y las duras enfermedades, donde blancos y amarillos no pudieron resistir.
Después de esa década aparecieron las primeras epidemias de paludismo, fiebre amarilla y sarampión dejando a muchos muertos y varias familias devastadas.Causando que un pueblo aún sin nombre y poco conocido, fuera víctima de dichas plagas que se vivía en ese momento, que con la arribo de algunos viajeros comenzaron a decirle “donde se vivía? a pocas horas”, y con el poco pronunciamiento del español se fue reduciendo como “Pocora”. Las familias de Pocora eran muy unidas, se ayudaban entre toda.
Cuenta Hugo Díaz Vives de 48 años, residente del poblado, que en el período de 1920 lo que se conoce como Pocora Norte o sea el lado norte del ferrocarril, era una finca que pertenecía a un hombre de origen alemán de nombre no recordado, llamada como San Nicolás.
Contaba con al menos 30 casas, muy sencillas y de madera, estas se encontraban en ambos lados del ferrocarril.
Empleo
Los lugareños sembraban maíz, yuca, plátano y cacao y los vendían para conseguir un poco de monedas para llevar alimento a sus hogares.
“Era la forma de sobrevivir a las terribles condiciones que se vivía en esa época, donde no existía más que ganarse lo que se cosechaba”, explica Díaz refiriéndose a la agricultura como la única fuente de trabajo que había.
Con el pasar de los años comenzaron a llegar las empresas bananeras al pueblo, primeras formas de empleo. Las bananeras llamadas Bremen ubicada en las Mercedes, donde actualmente se encuentra la EARTH y hacienda Babilonia que estaba en las tierras de Codela.”Después el pueblo comenzó a trabajar y a salir adelante con más oportunidades”, dice don Hugo Vives.
Primeras construcciones
Entre la épocas de los 20 y 50 se comenzó a construir los primeros edificios, con la ayuda de los mismos pobladores quienes fueron los encargados de levantarlos.
La escuela era un pequeño galerón que estaba situado frente al puente del ferrocarril, donde Donatila Gonzales proveniente de Heredia, era la que impartía las lecciones.
“Fue la primera maestra y duró un año solamente, al finalizar su trabajo empacó sus maletas y se marchó y nunca más regresó, luego llego otro maestro que dio clases en el mismo lugar pero también se fue”, cuenta el residente.
En la administración de José Figueres Ferrer en el año 1953, se construyó la escuela de Pocora, después de haber pasado 10 años sin un maestro.
La comunidad requería un templo católico, se buscó los materiales: piedra, arena, madera y se trasladó al sitio para iniciar con la obra.
“Pachán un chino que vivía aquí cooperó con la construcción, le pagó a un carpintero y hasta dirigió los trabajos en su totalidad hasta que finalizara”, menciona Vives.
En 1971, Arnoldo Acosta dueño de las fincas del actual Pocora Sur, abandonó el lugar dejando a la deriva los terrenos que con el tiempo fueron invadidos por pobladores de otros lados.
Dando origen a un pueblo de leyendas e historia, cuna y sueño de un eterno porvenir lleno de esperanzas y sacrificios de antepasados que se ubica aproximadamente a 28 kilómetros al este de Guápiles. La iglesia fue construida en los años 1958 y 1959 por la comunidad.