•Más de 40.000 decesos por nefropatía tóxica relacionados con el glifosato de Monsanto. ¿Pura vida?
El 7 de diciembre del año pasado me encontraba en Nosara, en la provincia de Guanacaste, pasando unos días de meditación y de paz en un ambiente tocado apenas por el turismo, un paraíso todavía intacto en su naturalidad.
Desde las playas incontaminadas del Pacífico —territorio de reproducción de las tortugas marinas— la selva tropical penetra en los pastos para luego subir a las colinas perennemente verdes por las lluvias estacionales y por la extraordinaria orografía de la zona. Entre manadas de bovinos, vaqueros y playas desiertas, sólo una desconchada carretera conecta algún pequeño resort con la aldea.
Una región, que como todo Costa Rica recalca la Italia del segundo posguerra que viví en mi juventud con serenidad y optimismo, entre gente que cantaba mientras trabajaba, con verdadera satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de las personas.
Lo que se puede definir «pura vida», la esencia misma de la existencia. Un pueblo todavía feliz. Pero todo paraíso tiene su serpiente… En un periódico local, en edición anglo-española, La Voz De Guanacaste, filtraba la creciente preocupación por una extraña y mortal epidemia que afectaba a los campesinos que trabajaban en la zona del norte, en proximidad con el confín con Nicaragua, en la producción de caña de azúcar. La evidencia era de unos daños renales tan graves que provocaban la muerte en muy poco tiempo.
La editora en jefe del periódico Emiliana García, con la que yo estaba en contacto, me habló de las hipótesis que se formulaban a propósito de esas misteriosas nefropatías, hipótesis variadas y a veces fantasiosas. Se pensaba en problemas hereditarios, intoxicaciones por arsénico, deshidratación derivada de los largos ratos transcurridos cada día trabajando duramente bajo el sol tropical. Tras mi vuelta a Italia me decidí en profundizar el problema.
La misma epidemia con características análogas, silenciada por la mayoría de los medios de comunicación, estaba matando como moscas a miles de campesinos empeñados en la cultivación de cereales, soja, caña de azúcar, algodón y maíz en muchas partes del planeta como Sri Lanka, la India, El Salvador y Nicaragua, donde incluso hay una región que se definió como las «islas de las viudas» porque entre los 16 y los 60 años no hay machos supervivientes. Hasta que a principios de este año 2014 el International Journal of Environmental Research and Public Health ha publicado un estudio que es algo más que una simple hipótesis.
Glifosato
El principal componente del herbicida Roundup es un ácido de la glicina, el N-(phosphonometyl) glycine, o glifosato, sintetizado por Henri Martin en 1950, cuya patente fue adquirida sucesivamente por Monsanto. Comercializado a partir de 1974 ha sido empleado por todos los sectores agrícolas del planeta como herbicida universal de post-crecimiento. El glifosato rociado en las hojas inhibe una enzima fundamental para la síntesis de los aminoácidos aromáticos (fenilalanina, tirosina y triptófano) impidiendo de hecho la síntesis proteica de la planta que muere con rapidez. Esta acción específica por una enzima presente sólo en los vegetales convertiría en algo innocuo para el ser humano y los animales el compuesto en cuestión, pero como veremos no es exactamente así.
En el suelo y en el agua el glifosato tiene una vida mediana respectivamente de 47 y 92 días, pero los compuestos que forma con los metales son estables en el terreno durante al menos 22 años. Su supuesta ausencia de toxicidad ha sido puesta en tela de juicio por investigaciones y demandas judiciales entre las que concretamente una de las más duras para Monsanto, se concluyó con dos condenas en contra de sus laboratorios reconocidos culpables de haber falsificado pruebas e investigaciones. Por esta razón, sucesivamente Monsanto fue obligada a quitar de la etiqueta de Roundup la leyenda «biodegradable y amigo del ambiente».
EL ESTUDIO DE JAYASUMANA Y OTROS
El estudio de Jayasumana y otros, fruto de una investigación hecha en paralelo entre las universidades de Rajarata (Anuradhapura, Sri Lanka) y la California State University (Long Beach, USA) tras las nefritis tóxicas mortales (CKDu) que desde la segunda mitad de los años noventas afectan los trabajadores de los arrozales del norte de Sri Lanka, está buscando las causas, todavía inciertas, de la patología que durante 20 años ha afectado el 15% de la población residente en el área, aproximadamente 400.000 personas, causando al menos 20.000 decesos.
La misma patología es señalada en Andra Padesh (India) y en América Central en los cultivos de maíz, soja, caña de azúcar y arroz. La enfermedad evoluciona lentamente sin síntomas demasiado llamativos y no está relacionada con las causas conocidas de riesgo renal como la diabetes, la hipertensión y las nefritis del glomérulo. Los pacientes se enteran de la enfermedad sólo cuando está en su fase terminal.
El examen de los tejidos afectados evidencia daños intersticiales, infiltraciones celulares, esclerosis de los glomérulos y atrofia de los túbulos renales. La actividad y el ambiente son la causa evidente: una exposición crónica al arsénico (que se encuentra en la orina, en el cabello y en las uñas de los afectados), al cadmio y a los pesticidas, aguas «duras» ricas en minerales, trabajo en condiciones de alta temperatura, deshidratación.
El área geográfica es limitada y caracterizada tanto de la prevalente cultivación del arroz como de la presencia de aguas «duras». La hipótesis de que a provocarla sea un compuesto tóxico presente en los herbicidas, el glifosato, que formaría compuestos con los sales minerales presentes en las aguas, sobre todo en el caso de metales nefrotóxicos,
parece la más plausible.
El herbicida Roundup, producido por Monsanto, está compuesto principalmente por glifosato, sustancia que entra en la circulación sanguínea superando los procesos destoxicantes del hígado. Se trata del herbicida usado mayormente en Sri Lanka. Es inhalado por los pulmones y se disuelve con el sudor que es absorbido por la piel. En los riñones este compuesto libera metales y arsénico, que con el tiempo originan estrés oxidativo, apoptosis y necrosis de los glomérulos y de los túbulos. Esclerosis y colapso de los tejidos son la directa consecuencia de este proceso de envenenamiento.
No obstante Monsanto sigue afirmando la ausencia de toxicidad de Roundup. Según estudios cada vez más numerosos y según la organización mundial Greenpeace, su peligrosidad para muchas especies animales y para el ambiente es indudable. Roundup es utilizado constantemente como herbicida tras la aparición de la planta y no es selectivo; se dispersa por las capas acuíferas, ricas en metales presentes en los fertilizantes usados para abonar los campos, y forma unos compuestos con un notable índice nefrotóxico. La misma hipótesis puede ser aplicada a la epidemia de nefropatías tóxicas que se averigua en el área del Pacífico de América Central: El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, donde se estima una cantidad de 20.000 decesos.
También en esos casos no se evidenciaban patologías predisponentes, y a menudo se trataba de individuos jóvenes (en El Salvador la hospitalización por CKDu ha aumentado de un 50% desde 2005 hasta 2012, y de 39.000 casos casi 1500 los pacientes tenían menos de 20 años). El cultivo prevalente es la caña de azúcar que agroquímicos de los que Roundup es el más utilizado.
[…] una hipótesis criminal [Internet]. El Independiente. 2014 [cited 2016 Mar 4]. Available from: https://www.elindependiente.co.cr/2014/08/roundup-una-hipotesis-criminal/ 2. ¿Está matando un herbicida a decenas de miles de agricultores? – Actualidad – […]