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• La huelga de los educadores se ha extendido ya por casi tres semanas sin que aún exista una solucion definitiva a su situacion.
«Exigimos nuestros derechos, no es un capricho sino una necesidad humana» expresa Randall Ramírez, dirigente de APSE y profesor del Colegio Técnico de Pococí.
El movimiento huelguista de los educadores que ya cumple varias semanas ha sido férreo. Según el cuerpo magisterial es incluso el más fuerte que han emprendido en varias décadas, reforzado con sus agrupaciones gremiales y sindicatos (SEC, ANDE y APSE). Y es que el paro laboral y las manifestaciones en vías públicas no buscan el pago de pluses salariales ni festines adicionales, al contrario, los docentes solicitan que se les pague la deuda que tiene el Ministerio de Educación Pública con la mayoría de ellos y que representa, en muchos casos, el cien por ciento de las entradas familiares.
Esta desesperación atiza el fuego de la lucha gremial y de cualquier trabajador al que se le niegue el salario que honrada y profesionalmente se ha ganado.
El fallo general del nuevo sistema Integra2 (software que se encarga de los pagos) ha llevado a una situación casi precaria a más de trece mil docentes genera la sospecha de un problema aún más complejo en el gobierno central. Los cientos de millones de colones invertidos en un sistema que hoy presenta un sinfín de errores, y que incluso la reciente auditoría que solicitó la recién entrada Ministra de Educación no ha generado las respuestas que los docentes necesitan, mantienen un velo sobre el cómo y el porqué del fallo y cuáles son sus verdaderos responsables.
Este fallo se ha mantenido desde hace más de seis meses en algunos casos y ha generado que muchos docentes incluso hayan sido encarcelados por pensiones alimenticias o perdido sus casas por morosidad con los bancos, con la suma de las dificultades para pagar los bienes y servicios básicos como agua, electricidad y comida.
Para el cuerpo docente la presión que ha ejercido el Estado en favor de deponer la huelga sin salario es totalmente irrazonable, entendiendo el hecho de que no se puede volver a las aulas cuando ni siquiera tienen qué comer. Como medida paliativa el gremio ha optado por realizar recolectas de dinero y víveres para muchos docentes que no han recibido salario desde hace meses. Estos casos, para pena del país, se cuentan por miles.
El ir y venir de las acusaciones que le pone el cartel de culpable por turnos a cada uno de los despachos del MEP, las promesas de cancelación parcial del salario por cadenas de televisión o incluso un discurso presidencial que se ha vuelto más severo conforme pasan los días, no han logrado sofocar la huelga y los docentes siguen clamando por su salario adeudado, pero más que todo por la solución desde sus entrañas a un problema que nunca debió haber existido.