La danza es una de las expresiones artísticas con mayor capacidad para mostrar las potencialidades creadoras del ser humano desde tiempos antiguos. Esa inventiva de nuestra especie está en constante renovación, por lo que su capacidad de generar sentimientos y reflexión sobre la condición humana permanece más vigente que nunca.
La visión de mundo que se transmite mediante el arte suscita múltiples lecturas, producto de que “cada sujeto es un mundo”. Gina Marín Rojas busca plasmar esto mediante su proyecto “vamos a bailar”, donde esta disciplina artística se concibe más desde su proceso de aprendizaje que como una actividad acabada, en la que todo está definido.
Gina Marín Rojas es asesora nacional Arte y Cultura del MEP, docente de la Universidad Nacional; además, se desempeña como artista visual, administradora con especialidad en Mercadotecnia y Finanzas. Finalmente es especialista en Gestión y Diseño de Proyectos y es Psicopedagoga.
Ella, académica ligada también a la educación, es consciente del carácter liberador de la danza en tanto implica un ejercicio de libertad humana mediante la expresión corporal. También busca transmitir la idea de que los objetivos que se trazan en la vida se cumplen en tanto exista dedicación y disciplina.
Por eso, Marín Rojas nos abre una perspectiva novedosa en el siguiente relato en primera persona, con el objetivo de conocer el mundo y a nosotros mismos mediante la danza.
En mis momentos de introspección y de reflexión estuve analizando y queriendo llegar a un acuerdo con mi cuerpo y mi mente (cerebro vs. motora gruesa), en uno de esos grandes intentos por lograr lo no logrado: bailar.
Para quienes me conocen no es un secreto que una de mis grandes ilusiones en la vida es aprender y saber bailar.
Aún no logro hacerlo como yo quisiera: intento pasos, sigo videos por lo menos dos veces a la semana. Allí me recibe el amable piso de mi sala, un espejo frontal que no discute mis errores porque al deleitarme tanto bailando al son de la música, yo sola, con mi gran alegría, siempre salgo bien librada, me siento estrella de baile e imagino a un galán que me indica paso siguiente. Los videos se confabulan y me dicen ¡artista!
Me río de mí misma entre sudor del ejercicio. El agradecimiento está siempre presente porque creo que algún día lo podré hacer; hoy soy mímica de un arte que me maravilla: el arte del baile.
Sin embargo, en medio de esa lucha entre el cuerpo y la mente me puse a pensar en la vida y en todos los alcances como si fueran un gran baile.
La vida es un baile, una gran danza. A veces nos toca bailar un vals, o un romántico bolero suave con cálida música, con una orquesta impecable, donde todo se conjuga y sale bien.
Las diferentes situaciones nos llevan a veces a ritmos más acelerado; se podría pensar en estilos de baile como el cha cha chá o paso doble, con muchos movimientos y muchos altibajos, pero igual se danza.
Surgen ocasiones donde la vida presenta fuertes y definidas tomas de decisiones, y hay que asumirlas con las indicaciones similares a la rítmica tonada, de esas salsas y merengues ricos y autoritarios, de esos temas que cantaba Celia Cruz: “la vida es un carnaval… unas veces ríes y otras hay que llorar, ¡pero mejor es seguir… bailando!”
En otros estadíos la vida presentas formatos de dolor y melancolía. Es entonces que la danza se apacigua y toca elegir quedarnos en esa tonada o bailar un fuerte y definido tango para lanzarse con energía de nuevo a la gran pista del baile de la vida.
Formación mediante la danza
El piso de mi sala me reclama la práctica, mi espejo ya no es tan complaciente, pero esto me gusta, me dice y me confirma que la disciplina y el amor hacia lo que hacemos nada tiene que ver con edad, conocimientos previos, talentos heredados. Más bien me indica que el arte del baile sigue integrándose al gran arte de cómo se interprete la coreografía en equipo; es decir, el baile de la vida.
Hoy bailo más, el tango me inspira, maestros maravillosos principalmente de PROMENADE hacen realidad sueños del arte del tango, adjunta a la disciplina de la práctica, en una danza que toca el alma en sus letras, músicas y sobre todo en la comunidad de tango. Es una comunidad integrada por lindas personas, familias que unen y dan alegría.
También se integran a esta confrontación cuerpo-espíritu academias de las cuales voy conociendo y agradeciendo como Fantasía del Tango, agrupaciones Tango del Oeste, los videos corren también en chats de tango, la singular música suena cuando tiene que sonar siempre.
Se integran a estas familias de tango metas más importantes. Adheridas al servicio me gozo y me maravillo en lo logrado por la Fundación Desarrollando Talentos, miembros Arte por la Paz, las cuales realizan un excelente trabajo de intervención integral principalmente con niños de la comunidad de Los Guidos. Ellos interpretan tango en magistral escena, como la talentosa y noble niña Melanie Zúñiga Salazar y Kendall Cascante, quienes recientemente obtuvieron el primer lugar tango infantil en el Concurso Nacional de Baile.
Sabemos que el trabajo en la vida es equipo y que todos podemos gozarnos, formarnos y ayudar a formar; sabemos y valoramos ser parte en la coreografía del baile de la vida.
Gina Marín Rojas